Los resultados electorales del pasado domingo en Venezuela han desatado una ola de indignación y protesta. La evidente manipulación y el fraude en los comicios han dejado claro que Nicolás Maduro, una vez más, ha intentado perpetuar su mandato de manera ilegítima. A diferencia de elecciones anteriores, la tecnología ha jugado un papel crucial en la revelación de este fraude masivo. Cientos de miles de actas, guardadas en una nube digital, han expuesto las irregularidades y el engaño perpetrado por el régimen.
La oposición, con una ventaja sin precedentes, ha demostrado que el miedo del pueblo venezolano ha sido superado en las urnas. Semanas antes del evento electoral, ya se respiraba un aire de cambio, un sentimiento que se fortaleció cuando los resultados oficiales fueron anunciados y se comenzaron a derribar estatuas en honor a Hugo Chávez. Este acto simbólico refleja el rechazo rotundo al régimen y la determinación del pueblo por recuperar su libertad.
Desde abril, cuando el Tribunal Supremo, controlado por Maduro, intentó impedir la candidatura de la líder opositora María Corina Machado, el mundo ya estaba al tanto de los obstáculos y desafíos que enfrentaba la oposición. En un intento desesperado por mantener el control, la dictadura venezolana recurrió a la violencia, detenciones arbitrarias, censura de los medios y la manipulación de los procesos electorales.
El supuesto triunfo de Maduro con el 51% de los votos ha sido recibido con escepticismo y rechazo tanto dentro como fuera de Venezuela. Miles de ciudadanos han salido a las calles a protestar, y numerosos soldados de las Fuerzas Armadas han entregado sus armas para unirse a la lucha popular, demostrando su lealtad a Dios, a la Constitución y a la soberanía del pueblo.
Varios estados americanos han exigido a la Organización de Estados Americanos (OEA) una revisión neutral y expedita del proceso electoral y sus resultados fraudulentos, pidiendo también la renuncia inmediata de Maduro. Es imperativo que continuemos alzando nuestras voces contra la mentira y la injusticia, rechazando abiertamente el apoyo que algunos sectores políticos de Puerto Rico han brindado históricamente a estos regímenes.
La tiranía en Venezuela se asemeja a la de otros regímenes dictatoriales que han reconocido la victoria de Maduro, como Cuba, China, Rusia e Irán. En estos países, al igual que en Venezuela, no existe la libertad de expresión ni religiosa, evidenciado por incidentes como la agresión al Arzobispo Jesús González por parte de las fuerzas de Maduro.
El camino hacia la prosperidad y la libertad para Venezuela es arduo, pero no imposible. El pueblo venezolano se enfrenta a una encrucijada, con un mandato ilegítimo que se extendería hasta 2031. La situación actual de hambre, desempleo, inseguridad y corrupción pinta un panorama desolador, pero la lucha continúa.
El éxodo de venezolanos, que ya supera los 7.7 millones, seguirá aumentando tras los eventos del domingo. Aquí en Puerto Rico, muchas voces se han alzado para criticar los resultados y declarar nulas las relaciones diplomáticas con el régimen de Maduro. En pleno siglo XXI, es inaceptable que líderes intenten perpetuarse en el poder bajo cualquier pretexto.
Debemos reflexionar sobre los líderes que avalan tales atrocidades y si son competentes para dirigir nuestros destinos. Por un sistema justo y representativo, por la dignidad que trae la democracia y por la verdad, nos unimos al pueblo venezolano en su reclamo por la libertad.
Fuente: www.elvocero.com
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